Había en la región unos
pastores, gente de mala fama, pues no cumplían las leyes establecidas. Al raso de la noche fueron capaces de ver señales de que
“Enmanuel, el Dios-con-nosotros”,
había llegado. Fueron a las periferias de Belén, vieron, se alegraron y
montaron una gran fiesta. Y a las tantas de la madrugada salieron
diciendo que
“era una gran alegría para todo el pueblo y que la señal era un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
Siglos más tarde, al raso de la noche cacereña caminan hacia el templo del Buen Pastor unos cuantos refugiados,
también para algunos son gentes de mala fama, pues andan saltando
vallas fronterizas, se lanzan al mar en pateras, piden papeles, están
ilegales… Pero son capaces de ver señales de que otro mundo es posible.
“El año pasado celebré solo la cena de Navidad. Este
año doy gracias a Dios por celebrarlo con mis paisanos africanos y con
vosotros, la comunidad cristiana del Buen Pastor que nos acogéis”, me dice uno de ellos.
Llegaron los refugiados trayendo su
propia comida para compartir, lejos quedan sus familias, sus amigos.
Pero como en los últimos meses hemos ido creando relaciones de amistad y
de familia, por eso hemos querido compartir la cena de Nochebuena con
gente de cuatro continentes (Camerún, Brasil, Perú, México, Gambia,
India, Estados Unidos, Nigeria, España). La lengua no fue obstáculo.
En la Misa del Gallo, a pesar de las
heridas, gente de fe y sin ella, compartimos esperanzas cantando
glorias, aleluyas o rezando unidos en varios idiomas, y a las tantas de
la noche, salimos diciendo que fue “una gran alegría para este mundo
el niño que nació en Belén, pues sigue naciendo en cada barrio, en cada
casa, cuando compartimos y acogemos”.
Ha sido una Buena Noticia, Evangelio,
compartir la cena y la misa del gallo en el Buen Pastor de Cáceres con
unas 30 personas y otras que, aunque no pudieron estar, colaboraron con
sus regalos a que la cena fuera excelente y el clima mucho más. Cuando
las personas, de aquí o de allá, en definitiva ciudadanos de este
Planeta, somos capaces de ver a la estrella de la relación y hacerla
realidad en pequeños gestos terminamos siempre cambiando el mundo.
El Evangelio nos habla de un niño, una
virgen embarazada, un hombre que sueña, una mujer mayor que ya está de 6
meses, unos pastores que van más allá de las típicas señales… la
realidad en el Buen Pastor nos habla de gente sencilla que también
queremos cambiar este mundo. Dios también estuvo en el Buen Pastor.
Ángel Martín Chapinal